sábado, 30 de noviembre de 2013

Primer Domingo de Adviento










Isaías, el Profeta, nos dice: “Conviértete”
“Las lanzas se convierten en podaderas.
Cambiemos lo malo, que hay y tenemos, por algo bueno”








Lectura del santo Evangelio según san Mateo (24,37-44):
En aquel tiempo dijo Jesús a sus discípulos: «Cuando venga el Hijo del hombre, pasará como en tiempo de Noé. Antes del diluvio, la gente comía y bebía y se casaba, hasta el día en que Noé entró en el arca; y cuando menos lo esperaban llegó el diluvio y se los llevó a todos; lo mismo sucederá cuando venga el Hijo del hombre: Dos hombres estarán en el campo: a uno se lo llevarán y a otro lo dejarán; dos mujeres estarán moliendo: a una se la llevarán y a otra la dejarán. Por lo tanto, estad en vela, porque no sabéis qué día vendrá vuestro Señor. Comprended que si supiera el dueño de casa a qué hora de la noche viene el ladrón estaría en vela y no dejaría abrir un boquete en su casa. Por eso, estad también vosotros preparados, porque a la hora que menos penséis viene el Hijo del hombre.»
Palabra del Señor.
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
San Mateo (24,37-44)
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CON LOS OJOS ABIERTOS

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Las primeras comunidades cristianas vivieron años muy difíciles. Perdidos en el vasto Imperio de Roma, en medio de conflictos y persecuciones, aquellos cristianos buscaban fuerza y aliento esperando la pronta venida de Jesús y recordando sus palabras: Vigilad. Vivid despiertos. Tened los ojos abiertos. Estad alerta.

sábado, 23 de noviembre de 2013

Domingo 34. Cristo Rey

Lectura del santo evangelio según san Lucas (23,35-43):
En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo: «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido.»
Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo: «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.»
Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: «Éste es el rey de los judíos.»
Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo: «¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.»
Pero el otro lo increpaba: «¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.»
Y decía: «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.»
Jesús le respondió: «Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.»
Palabra del Señor.
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Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
San Lucas (23,35-43)
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ACUÉRDATE DE MÍ

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Según el relato de Lucas, Jesús ha agonizado en medio de las burlas y desprecios de quienes lo rodean. Nadie parece haber entendido su vida. Nadie parece haber captado su entrega a los que sufren ni su perdón a los culpables. Nadie ha visto en su rostro la mirada compasiva de Dios. Nadie parece ahora intuir en aquella muerte misterio alguno.
Las autoridades religiosas se burlan de él con gestos despectivos: ha pretendido salvar a otros; que se salve ahora a sí mismo. Si es el Mesías de Dios, el “Elegido” por él, ya vendrá Dios en su defensa.

sábado, 16 de noviembre de 2013

Domingo 33 del tiempo ordinario. Ciclo C

Lectura del santo evangelio según san Lucas (21,5-19):
En aquel tiempo, algunos ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos.
Jesús les dijo: «Esto que contempláis, llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron: «Maestro, ¿cuándo va a ser eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?»
Él contestó: «Cuidado con que nadie os engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: “Yo soy”, o bien: “El momento está cerca”; no vayáis tras ellos. Cuando oigáis noticias de guerras y de revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir primero, pero el final no vendrá en seguida.»
Luego les dijo: «Se alzará pueblo contra pueblo y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias y hambre. Habrá también espantos y grandes signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán, entregándoos a las sinagogas y a la cárcel, y os harán comparecer ante reyes y gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión de dar testimonio. Haced propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y sabiduría a las que no podrá hacer frente ni contradecir ningún adversario vuestro. Y hasta vuestros padres, y parientes, y hermanos, y amigos os traicionarán, y matarán a algunos de vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ni un cabello de vuestra cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas.»
Palabra del Señor.
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
San Lucas (21,5-19)
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TIEMPOS DE CRISIS

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En los evangelios se recogen algunos textos de carácter apocalíptico en los que no es fácil diferenciar el mensaje que puede ser atribuido a Jesús y las preocupaciones de las primeras comunidades cristianas, envueltas en situaciones trágicas mientras esperan con angustia y en medio de persecuciones el final de los tiempos.

sábado, 9 de noviembre de 2013

Domingo 32 del tiempo ordinario. Ciclo C

Lectura del santo evangelio según san Lucas (20,27-38):
En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos saduceos, que niegan la resurrección, y le preguntaron: «Maestro, Moisés nos dejó escrito: Si a uno se le muere su hermano, dejando mujer, pero sin hijos, cásese con la viuda y dé descendencia a su hermano. Pues bien, había siete hermanos: el primero se casó y murió sin hijos. Y el segundo y el tercero se casaron con ella, y así los siete murieron sin dejar hijos. Por último murió la mujer. Cuando llegue la resurrección, ¿de cuál de ellos será la mujer? Porque los siete han estado casados con ella.»
Jesús les contestó: «En esta vida, hombres y mujeres se casan; pero los que sean juzgados dignos de la vida futura y de la resurrección de entre los muertos no se casarán. Pues ya no pueden morir, son como ángeles; son hijos de Dios, porque participan en la resurrección. Y que resucitan los muertos, el mismo Moisés lo indica en el episodio de la zarza, cuando llama al Señor “Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob.” No es Dios de muertos, sino de vivos; porque para él todos están vivos.»
Palabra del Señor
Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
San Lucas (20,27-38)
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DECISIÓN DE CADA UNO

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Jesús no se dedicó a hablar mucho de la vida eterna. No pretende engañar a nadie haciendo descripciones fantasiosas de la vida más allá de la muerte. Sin embargo, su vida entera despierta esperanza. Vive aliviando el sufrimiento y liberando del miedo a la gente. Contagia una confianza total en Dios. Su pasión es hacer la vida más humana y dichosa para todos, tal como la quiere el Padre de todos.

jueves, 31 de octubre de 2013

Solemnidad de Todos los Santos (1 de noviembre) y los fieles difuntos (2 de noviembre)


Para comprender el significado de la solemnidad de todos los santos y la conmemoración de los difuntos hay que saber que existen tres estados en la Iglesia:

1- La iglesia peregrina en la tierra. En ella estamos nosotros hasta el día de nuestra muerte.
2- La iglesia purgante (en el purgatorio), la componen los difuntos que necesitan aún purificación antes de entrar en el cielo. Por ellos oramos el día de los difuntos, el 2 de Noviembre, para que pronto vayan al cielo. (No rezamos por los que están en el infierno porque su condena es irreversible)
3- La iglesia triunfante, ya glorificada en el cielo. A ellos, los santos, les honramos el 1 de Noviembre.

MEDITACIÓN SOBRE LA MUERTE
Imagínate ahora como si estuvieses en el lecho, a punto de morir y de dejar todas las cosas de este mundo...

sábado, 26 de octubre de 2013

30º del Tiempo Ordinario – Ciclo C



Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,9-14):
En aquel tiempo, a algunos que, teniéndose por justos, se sentían seguros de sí mismos y despreciaban a los demás, dijo Jesús esta parábola: «Dos hombres subieron al templo a orar. Uno era fariseo; el otro, un publicano. El fariseo, erguido, oraba así en su interior: “¡Oh Dios!, te doy gracias, porque no soy como los demás: ladrones, injustos, adúlteros; ni como ese publicano. Ayuno dos veces por semana y pago el diezmo de todo lo que tengo.” El publicano, en cambio, se quedó atrás y no se atrevía ni a levantar los ojos al cielo; sólo se golpeaba el pecho, diciendo: “¡Oh Dios!, ten compasión de este pecador.” Os digo que éste bajó a su casa justificado, y aquél no. Porque todo el que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido.»
Palabra del Señor
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Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
San Lucas (18,9-14)
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¿QUIÉN SOY YO PARA JUZGAR?

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La parábola del fariseo y el publicano suele despertar en no pocos cristianos un rechazo grande hacia el fariseo que se presenta ante Dios arrogante y seguro de sí mismo, y una simpatía espontánea hacia el publicano que reconoce humildemente su pecado. Paradójicamente, el relato puede despertar en nosotros este sentimiento: “Te doy gracias, Dios mío, porque no soy como este fariseo”.

sábado, 19 de octubre de 2013

Domingo 29 del Tiempo Ordinario


Lectura del santo evangelio según san Lucas (18,1-8):
En aquel tiempo, Jesús, para explicar a sus discípulos cómo tenían que orar siempre sin desanimarse, les propuso esta parábola: «Había un juez en una ciudad que ni temía a Dios ni le importaban los hombres. En la misma ciudad había una viuda que solía ir a decirle: “Hazme justicia frente a mi adversario.” Por algún tiempo se negó, pero después se dijo: “Aunque ni temo a Dios ni me importan los hombres, como esta viuda me está fastidiando, le haré justicia, no vaya a acabar pegándome en la cara.”»
Y el Señor añadió: «Fijaos en lo que dice el juez injusto; pues Dios, ¿no hará justicia a sus elegidos que le gritan día y noche?; ¿o les dará largas? Os digo que les hará justicia sin tardar. Pero, cuando venga el Hijo del hombre, ¿encontrará esta fe en la tierra?»
Palabra del Señor
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Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
san Lucas (17,11-19)
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¿SEGUIMOS CREYENDO EN LA JUSTICIA?

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sábado, 12 de octubre de 2013

Domingo 28 del Tiempo Ordinario


Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,11-19):
Yendo Jesús camino de Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su encuentro diez leprosos, que se pararon a lo lejos y a gritos le decían: «Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»
Al verlos, les dijo: «ld a presentaros a los sacerdotes.»
Y, mientras iban de camino, quedaron limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias. Éste era un samaritano.
Jesús tomó la palabra y dijo: «¿No han quedado limpios los diez?; los otros nueve, ¿dónde están? ¿No ha vuelto más que este extranjero para dar gloria a Dios?»
Y le dijo: «Levántate, vete; tu fe te ha salvado.»
Palabra del Señor
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Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
san Lucas (17,11-19)
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CREER SIN AGRADECER

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El relato comienza narrando la curación de un grupo de diez leprosos en las cercanías de Samaría. Pero, esta vez, no se detiene Lucas en los detalles de la curación, sino en la reacción de uno de los leprosos al verse curado. El evangelista describe cuidadosamente todos sus pasos, pues quiere sacudir la fe rutinaria de no pocos cristianos.

sábado, 5 de octubre de 2013

Domingo 27 del Tiempo Ordinario


Lectura del santo evangelio según san Lucas (17,5-10):
En aquel tiempo, los apóstoles le pidieron al Señor: «Auméntanos la fe.»
El Señor contestó: «Si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: “Arráncate de raíz y plántate en el mar.” Y os obedecería. Suponed que un criado vuestro trabaja como labrador o como pastor; cuando vuelve del campo, ¿quién de vosotros le dice: “En seguida, ven y ponte a la mesa”? ¿No le diréis: “Prepárame de cenar, cíñete y sírveme mientras como y bebo, y después comerás y beberás tú”? ¿Tenéis que estar agradecidos al criado porque ha hecho lo mandado? Lo mismo vosotros: Cuando hayáis hecho todo lo mandado, decid: “Somos unos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer.”»

Palabra del Señor
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Evangelio Comentado por:
José Antonio Pagola
san Lucas (17,5-10)
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¿SOMOS CREYENTES?

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Jesús les había repetido en diversas ocasiones: “¡Qué pequeña es vuestra fe!”. Los discípulos no protestan. Saben que tiene razón. Llevan bastante tiempo junto a él. Lo ven entregado totalmente al Proyecto de Dios; solo piensa en hacer el bien; solo vive para hacer la vida de todos más digna y más humana. ¿Lo podrán seguir hasta el final?

sábado, 28 de septiembre de 2013

Domingo XXVI del Tiempo ordinario. Ciclo C. - Lengua Signos


Domingo XXVI del T. O. (C), 29-9-2013

Queridos todos,
Vamos a escuchar juntos la palabra de Dios y a compartir la mesa del Señor una vez más.
La parábola del rico “epulón” nos invita a abrir los ojos hacia el Señor, a darnos cuenta que en Él está la verdadera justicia, la que nos lleva a la vida eterna, y que no nos tenemos que dejar llevar por lo terrenal, por las riquezas o comodidades. Tenemos que abrir el corazón a todos, sin reparos, sin prejuicios, sin miedo a sufrir.

San Pablo lo recuerda también muy bien, nos invita a practicar la justicia, la piedad, la fe,  el amor, la delicadeza, a pesar de todo y todos. 

Lectura del santo Evangelio según San Lucas (16, 19-31)

 En aquel tiempo, Jesús dijo a los judíos:  Había un hombre rico que se vestía con lujo y cada día celebraba un banquete. 
Y había un pobre llamado Lázaro que estaba sentado a la puerta de la casa del hombre rico esperando para comer las sobras del banquete, pero nadie se lo daba. Y los perros le lamían las llagas.  
Un día se murió el hombre pobre y los ángeles lo llevaron al Cielo. Después murió también el rico y lo enterraron.
Y estando en el infierno, miró al Cielo y vio de lejos a Abrahán y a Lázaro y gritó: -Padre Abrahán, ten piedad de mí y manda a Lázaro con un poco de agua para refrescarme, porque sufro mucho con el fuego.  
Pero Abrahán le contestó: -Hijo, recuerda que cuando vivías ya tuviste mucha riqueza y Lázaro nada: por eso aquí tiene consuelo, mientras que tú padeces.  Además desde aquí hasta donde tú estás no se puede ir, ni tampoco se puede venir.
El rico dijo: -Por favor manda a Lázaro a casa de mi padre, porque tengo 5 hermanos, para que, cuando le vean, se evite que vengan también aquí. 
Abrahán le dice: -Ya tienen a Moisés y a los profetas: que les escuchen. 
El rico contestó: -No, padre Abrahán. Porque, si un muerto va a verlos, se arrepentirán.  Abrahán le dijo: -Si no escuchan a Moisés y a los profetas, tampoco escucharán a un muerto que resucite.  

http://youtu.be/ybpeFFO-4pM


sábado, 14 de septiembre de 2013

24º Domingo de Tiempo Ordinario (reflexión de José Cervantes Gabarrón)


El beso de la gran alegría


En la parábola del hijo pródigo (Lc 15,11-32) los hijos de un mismo padre muestran los entresijos recónditos de los comportamientos humanos abocados a la ruptura de la fraternidad originaria de la familia humana cuando ésta se desvincula de su relación fundamental con el padre basada en el amor y en el encuentro generador de vida. El menor es el prototipo de los publicanos y pecadores, de los alejados de Dios y de los extraviados, de los marginados y excluidos, de la humanidad errante en su anhelo emancipatorio. El mayor encarna el talante de los fariseos y de los letrados en el evangelio, de aquellas personas que, a pesar de pasarse la vida frecuentando y hasta dirigiendo la casa de Dios, no han experimentado la alegría de su encuentro. Estos últimos andan merodeando la casa del padre, pero engreídos y satisfechos de sí mismos y de cumplir con lo mandado, están realmente más lejos de él que los primeros. Ninguno de los dos hijos experimentaba la alegría de estar y vivir con el padre. La mayor diferencia entre el hijo menor y el mayor no está en la cercanía física respecto al padre, sino en la conciencia de lo que significa ser y vivir como hijo y como hermano. Es esa conciencia la que posibilita el retorno a la vida, al encuentro y al hogar del hijo menor, mientras que su carencia en el mayor le impide disfrutar de la gratuidad del amor y de la convivencia aunque la tenga muy cerca.

sábado, 7 de septiembre de 2013

XXIII Domingo del Tiempo Ordinario




Hay algo que resulta escandaloso e insoportable a quien se acerca a Jesús desde el clima de autonomía, autosuficiencia y afirmación personal del hombre del siglo veinte.

Jesús es radical a la hora de pedir una adhesión a su persona. El hombre debe saber subordinarlo todo al seguimiento incondicional a Jesús.

No se trata de un «consejo evangélico» para un grupo de cristianos selectos o una élite de esforzados seguidores. Es la condición indispensable de todo discípulo. Las palabras de Jesús son claras y rotundas. «El que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío».

sábado, 24 de agosto de 2013

XXI Domingo del Tiempo Ordinario


Queridos amigos y amigas
¿Me salvaré yo?, es el interrogante que va implícito en la pregunta que aquel hombre del evangelio le hizo a Jesús (Lc 13,22-30). ¿Nos salvaremos nosotros?, es la tremenda pregunta, existencial y escatológica, que alguna vez nos habremos hecho y le habremos hecho al Señor. Porque si se salvan muchos, es posible que yo esté entre ellos, pero si se salvan pocos… Prudentemente Jesús no quiso responder la pregunta diciendo que son muchos o que son pocos. Hombre práctico y conocedor del corazón humano, prefirió decirnos qué tenemos que hacer para salvarnos. Por eso, su respuesta es una invitación a poner cuanto esté de nuestra parte para salvarnos. Y una advertencia a no creer a la ligera que vamos a salvarnos porque hemos rezado a Dios, hemos escuchado su palabra y hemos comido y bebido con Él (la eucaristía). Podría pasarnos lo que a los judíos, que, por ser los primeros depositarios de la Alianza, se creían seguros y salvados. “Miren, dice el Señor: los primeros serán últimos, y los últimos serán primeros”. (Lc 13,30).

sábado, 10 de agosto de 2013

19º Domingo de Tiempo Ordinario (reflexión de José Román Flecha)


LA ESPERA  Y LA ESPERANZA
“La noche de la liberación se les anunció de antemano a nuestros padres para que tuvieran ánimo al conocer con certeza la promesa de que se fiaban” Así comienza el texto del libro de la Sabiduría que se lee como primera lectura en la misa de este domingo (Sab 18,6-9). Es un texto que evoca un pasado de esclavitud. Pero también la llegada de la liberación.
En él se subrayan, al menos, tres detalles que resultan importantes también para nosotros. En primer lugar, se recuerda la noche. En la oscuridad los temores se apoderan de las mentes y de los corazones. Pero precisamente en medio de las tinieblas resonó la señal de Dios para salir de Egipto y ponerse en camino hacia la tierra de la libertad.
El texto recuerda además que la esperanza de aquella hora no generó en los padres de Israel un sentimiento de orgullo y de prepotencia. Y, mucho menos, de olvido de Dios. Al contrario,  alimentó la piedad y la oración de los que sufrían la esclavitud.
Y, en tercer lugar, la esperanza de la partida tampoco aumentó esos sentimientos de individualismo que nos llevan a ignorar las penas y las alegrías de los demás. Todos los llamados a salir de Egipto se impusieron una norma sagrada: ser solidarios en los peligros y en los bienes.