Queridos amigos y amigas
¿Me salvaré yo?, es el interrogante que va implícito en la pregunta que aquel hombre del evangelio le hizo a Jesús (Lc 13,22-30). ¿Nos salvaremos nosotros?, es la tremenda pregunta, existencial y escatológica, que alguna vez nos habremos hecho y le habremos hecho al Señor. Porque si se salvan muchos, es posible que yo esté entre ellos, pero si se salvan pocos… Prudentemente Jesús no quiso responder la pregunta diciendo que son muchos o que son pocos. Hombre práctico y conocedor del corazón humano, prefirió decirnos qué tenemos que hacer para salvarnos. Por eso, su respuesta es una invitación a poner cuanto esté de nuestra parte para salvarnos. Y una advertencia a no creer a la ligera que vamos a salvarnos porque hemos rezado a Dios, hemos escuchado su palabra y hemos comido y bebido con Él (la eucaristía). Podría pasarnos lo que a los judíos, que, por ser los primeros depositarios de la Alianza, se creían seguros y salvados. “Miren, dice el Señor: los primeros serán últimos, y los últimos serán primeros”. (Lc 13,30).